¿Cómo enseñar a un niño a atarse los zapatos?

  • 4 de Febrero del 2016
  • 4 min de lectura

Desde los 3-4 años los niños pueden empezar a vestirse solos, aunque siempre con la supervisión de los padres. Sin embargo, una de las partes más complicadas, y que suele requerir más edad y tiempo de aprendizaje, es aprender a abrocharse los botones o a atarse los cordones.

Es importante que desde los 3 años, más o menos, permitas a tu hijo ir adquiriendo independencia y autonomía y que haga cosas por sí solo, como comer, ordenar su habitación o vestirse.

Estas tareas le ayudan a fomentar su motricidad, su destreza, su responsabilidad y, sobre todo, su autonomía, muy importante.

Vestirse solo es más sencillo, aunque deberás dejarle preparada la ropa que debe ponerse si no quieres que vaya todos los días vestido de Superman o de princesa. No obstante, abrocharse los botones es más complicado y le llevará más tiempo, por eso es mejor que en el día a día vaya con camisetas en lugar de camisas y pantalones de deporte o con cintura elástica.

Otra tarea que le costará más, y que probablemente no sea capaz de hacer hasta los 6 años, es atarse los cordones de los zapatos o zapatillas.

Hasta que aprenda, es buena idea que le pongas calzado con velcro, así podrá ponérselo y quitárselo él solo.

Para practicar la motricidad fina y que adquiera la destreza necesaria para atar un cordón podéis practicar jugando a realizar bolitas pequeñas de papel o a abrochar los botones de las camisas.

Si es capaz de realizar ambas tareas, podéis empezar a probar con los cordones. La mejor manera es enseñarle alguna de las múltiples frases que ayudan a saber cómo hacer los nudos para la lazada: el conejo que se esconde, las orejas del conejo que se juntan, etc.

¿Cómo deben ser sus primeros zapatos?

La elección de los primeros zapatos es fundamental para que el pequeño esté cómodo y sus pies evolucionen bien. Además, dependerá del tipo de zapatos la medida en la que podrá atarlos el solo.

Aunque no lo parezca, la elección de unos buenos zapatos es fundamental, sobre todo en esta etapa en la que los pies están en continua formación. Un zapato pequeño puede deformar los pies del niño de manera permanente, y un zapato demasiado grande propiciará muchas caídas. La elección no debe hacerse a la ligera ni basándose en la estética, algunas pautas a seguir deberían ser:

  • Lo primero es acertar con la talla y pedirle consejo a algún experto sobre cómo hacerlo. En muchas zapaterías infantiles les miden los pies para saber con seguridad cuál es la talla más adecuada para el niño. Es mejor no comprarle más de 1 o 2 pares por temporada porque durante los primeros años crecerá muy rápido. Cuando se los probemos, el niño debe estar de pie y el zapato no debe estar ni demasiado suelto, ni demasiado apretado.
  • Los zapatos deben ser flexibles y ligeros, si pesan demasiado el pequeño estará muy incómodo. Los talones y las punteras deben estar reforzadas para que el niño no se tuerza el pie con facilidad y le ayuden a mantener el equilibrio.
  • La suela debe estar hecha de un material poco pesado y que pueda doblarse con facilidad pero que sea lo suficientemente dura para amortiguar los diferentes terrenos. Las mejores suelas son las de goma por su carácter antideslizante.
  • Hay que comprobar que no hay costuras sobresalientes por la zona del forro que puedan provocar rozaduras.
  • El material del que están hechos también es importante, lo mejor son los tejidos naturales como la piel o el algodón para el verano. Los zapatos de plástico son antitraspirables y pueden ser muy perjudiciales para el niño.
  • El cierre puede ser de cualquier tipo pero los de velcro son muy cómodos para los niños porque son muy fáciles de abrochar.
  • Hay que tener cuidado con las versiones en miniatura de los zapatos de adulto, aunque puedan ser originales y gustar mucho a los padres, la mayoría de las veces no están adaptadas a las necesidades de los pies infantiles. Aunque hay que elegir un calzado que resulte bonito no hay que dejarse guiar por eso.
  • Hay que asegurarse de observar cómo van los pies del pequeño en los días siguientes a la compra de los zapatos nuevos. Si el niño presenta alguna rojez, hinchazón, herida o se queja de que no está cómodo, el calzado elegido no habrá sido el idóneo.
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