¿Hay algunos juguetes más recomendables que otros?

  • 14 de Agosto del 2015
  • 3 min de lectura

Los niños crecen apegados a sus juguetes y, al contrario de lo que pueda pensarse, los muñecos o entretenimientos que les ofrecemos pueden tener un componente fuerte en el desarrollo de su personalidad.

 

Nueva llamada a la acción Nueva llamada a la acción

 

El juego es una actividad fundamental durante la infancia pues supone una recreación del mundo que los pequeños perciben, potencia su imaginación, creatividad e inteligencia, les ayuda en sus habilidades motoras y psíquicas y, por supuesto, les divierte.

La importancia de los juguetes

Algunos padres, cada vez más, buscan que los juguetes que ofrecen a sus hijos aúnen diversión y educación y que, aparte del componente lúdico, les sirvan para aprender y madurar. En cambio hay otros que no se dan de la importancia que realmente tienen. Al contrario de lo que piensa cierta parte de la sociedad, los juguetes no son neutrales y sí que tienen un componente fuerte en el desarrollo de la personalidad de los más pequeños. Si los padres regalan a sus niños pistolas o tanques, éstos pueden entender que la violencia es algo normal en la vida diaria; si juegan a la guerra o a matarse no tienen por qué entender que esto solo es válido dentro de su imaginación.

Jugando a aniquilar a su enemigo pueden aprender que la resolución de los conflictos llega eliminando al adversario. No hay que olvidar que los niños no saben discernir entre lo real y lo imaginario con la claridad de los adultos.

Si los niños crecen en un entorno violento o en el que no se le da importancia a la resolución de los conflictos mediante otras vías, aunque sea dentro de un juego, su comportamiento en edades más avanzadas puede desarrollarse en torno a esto.

Muchos padres consideran que los juegos de guerra son una manera de liberar energía pero está comprobado que los niños pueden canalizar dicha energía de otras maneras mucho más lúdicas y saludables: desde saltar o correr hasta ir a los columpios o lanzarse por un tobogán.

¿Y qué pasa si pide una pistola?

Eso sí, si el niño pide una pistola de agua o un disfraz se vaquero con revólver incluido, no hay que alarmarse ni pensar que está desarrollando un comportamiento agresivo. Si desde casa se le inculcan unos buenos valores y unas normas de convivencia, no pasa nada porque juegue a ser el sheriff de la ciudad mientras le dejemos clara nuestra postura sobre la violencia y cómo se deben solucionar los problemas. Deberíamos ponernos alerta si su único entretenimiento se basa en jugar a matar, en hacer una guerra o en hacer justicia mediante métodos violentos.

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En cualquier caso, lo mejor es dar preeminencia a otro tipo de juguetes y entretenimiento que fomenten la cooperación, las actitudes pacíficas y la creatividad, y siempre que el niño presencia una escena violenta en la televisión, en un videojuego o en la vida real, habrá que explicarle nuestra postura frente a esto. En nuestras manos está la estimulación que queremos ofrecerle a nuestros hijos.

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