Dislexia: causas, tipos y tratamientos

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Este trastorno, que se estima que afecta a 2 de cada 10 personas, dificulta la lectura, escritura y comprensión de los caracteres escritos. Las personas con dislexia, no obstante, pueden aprender perfectamente por otras vías.

 

La dislexia es un trastorno del aprendizaje de la lectoescritura. Se manifiesta en una dificultad para leer, escribir y comprender los símbolos escritos. Las personas con dislexia tienen dificultad para recitar el alfabeto, denominar letras…su lectura se caracteriza por omisiones de palabras, sustituciones de unas por otras, problemas de seguimiento visual y déficit de comprensión.

Sus causas pueden estar en los genes y la anatomía cerebral. Por razones que podrían ser genéticas, en los cerebros de los disléxicos se produce una alteración durante la formación neuronal que lleva a que algunos grupos de neuronas no migren adecuadamente en el desarrollo embrionario. Así, las conexiones implicadas en los procesos de lectoescritura quedan desorganizadas. 

Esto explicaría los síntomas variados que presentan las personas con dislexia, que puede ser fonológica (dificultad para pronunciar fonéticamente o “decodificar” las palabras, lo que lleva a un obstáculo para leer y escribir), superficial (dificultad para interiorizar palabras o reconocer palabras que no se leen como se escriben) o mixta (una mezcla de ambas). No obstante, no existe una clasificación exacta de los tipos de dislexia. Otras clasificaciones incluyen tipos de dislexia como la adquirida (derivada de una lesión) o la evolutiva, entre otras. 

Ya que la dislexia es una condición cerebral, no es algo que se pueda “curar”. Sin embargo, la intervención temprana y la adaptación a esta dificultad en la lectoescritura en el colegio resultan en un positivo impacto en la habilidad de leer y el progreso académico de un niño con dislexia.

La neuroplasticidad del cerebro es la capacidad de este para adaptarse y suplir carencias de un área o conexiones del mismo con otras nuevas. Esto quiere decir que el cerebro se “reconecta” a sí mismo si es entrenado para ello a través de terapias o del aprendizaje adaptado.

La dislexia no implica un menor nivel de inteligencia o de capacidad cerebral, por lo que los niños con esta condición pueden aprender perfectamente. Lo que ocurre es que la instrucción tradicional a través de la lectura y la escritura no suele ser la adecuada para ellos. Los estudios muestran la instrucción intensiva o de tutoría altamente estructurada, o métodos que incluyen otras vías de aprendizaje como la vista, audición y tacto, son altamente efectivos.

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