La carne en los purés infantiles

  • 4 de Agosto del 2015
  • 2 min de lectura

A partir de los 7 meses se introducen las carnes blancas en la dieta del bebé. Gradualmente se irán añadiendo las carnes rojas. La carne es una fuente importante de proteínas y de hierro y su consumo regular es recomendable en todas las etapas de la vida, aunque no conviene abusar de ella, especialmente de aquellos tipos de carne más grasos.

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Después de los cereales, las frutas y las verduras, el siguiente tipo de alimento que se suele incluir en la dieta de los bebés son las carnes blancas. Éstas se cuecen, o se preparan a la plancha y se añaden al puré de verduras. Lo normal es empezar con las carnes blancas, en concreto el pollo, ya que es más suave y tiene menos grasa. A pesar de ello, se recomienda quitar siempre la piel y la grasa visible a la carne que añadas al puré de tu pequeño.

Al principio, se recomienda no sobrepasar la cantidad de 20 g de carne en cada puré de verduras que le prepares al bebé, ya que desde el punto de vista nutricional no es necesario y además puede resultar excesiva para sus sistemas digestivo y renal, todavía en desarrollo. Posteriormente, podemos incrementar esta cantidad a 30 gramos a los 10 meses.

La carne es un alimento fundamental en una dieta sana y equilibrada ya que contiene proteínas de alta calidad, grasas como fuente de energía, minerales como hierro, potasio, fósforo y zinc y vitaminas (principalmente del grupo B). No obstante, no conviene abusar de la carne, especialmente de la carne roja, y, cuando el pequeño pueda comer pescado, habrá que alternarla con este.

Tras el pollo se aconseja introducir la carne de pavo, que también tiene poca grasa y colesterol. En general, toda la carne de ave es menos grasa y más saludable, con lo que se puede consumir más a menudo.

En tercer lugar se puede añadir el conejo, seleccionando preferiblemente el lomo y las patas traseras.

Una vez el pequeño se haya acostumbrado a estos nuevos sabores, es el momento de introducir la carne roja, es decir, la ternera, el cerdo y el cordero.

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Además de estas carnes, cuyo consumo es más habitual, no debes olvidarte de otras carnes que puedes ir añadiendo en la dieta de tu hijo. La carne de potro, por ejemplo, por ser tierna y melosa y por sus características nutricionales, es muy adecuada para la alimentación de los más pequeños.

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