Solo quiere jugar solo

  • 7 de Septiembre del 2016
  • 2 min de lectura

Jugar solo es una manera para los niños de desarrollar su autonomía, intereses, creatividad y mundo interior. A pesar de que es necesario, también debemos incentivar el juego con otros niños para que desarrolle su sociabilidad.

Puede que veas que tu hijo se basta y se sobra para divertirse. En casa apenas te pide que juegues con él y en el parque tiende a mantener sus juegos también en solitario. A pesar de que esta es una conducta que para muchos padres es negativa, lo cierto es que jugar solos tiene muchos beneficios en los niños. 

El juego en solitario potencia positivas habilidades como la creatividad o la autonomía. Además, jugar solo es bastante común en los primeros años de la infancia. Los niños aún no han desarrollado la socialización, que empieza en torno a los 3 años. Así están en la fase de descubrir el mundo que les rodea, explorar y ponerlo a prueba. Y eso lo hacen, normalmente, solitos.

El problema es cuando ese gusto por el juego en solitario puede derivar en aislamiento a medida que crece. Los niños deben aprender a relacionarse. Puede que a algunos les salga de forma natural, a otros, más introvertidos, les parecerá mucho más interesante estar solos la mayoría del tiempo y otros, tímidos, sentirán cierto miedo a las personas que no conozcan. 

Debes estar atento a si tu hijo se relaciona con otros niños o a cómo lo hace para ir guiándolo en desarrollar su sociabilidad. Puedes empezar preguntándole si le gustaría invitar a alguien a jugar y que así pueda ir aprendiendo a compartir, dialogar y jugar en equipo de una manera sencilla. También puedes animarle en el parque a jugar con algún otro niño o incluso un grupo si le ves capaz. 

Puede que él tenga preferencia por estar solo y disfrute más jugando por sí mismo. En esos casos, ya que de él no saldrá el hecho de socializar, tú puedes por tu parte buscar maneras que incentiven que lo haga, como llevarle a algún campamento o a jugar a entornos en los que haya más niños. Con todo, no te olvides de respetar a tu hijo. Aunque trabajes en fortalecer su sociabilidad, no fuerces nada y respeta lo que puede que sea parte de su personalidad.
 

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