La motricidad gruesa se define como la habilidad para realizar movimientos generales y amplios con los músculos del cuerpo.
Para que un niño tenga un buen desarrollo cognitivo, emocional y social es imprescindible que adquiera las destrezas que engloba la psicomotricidad; es decir, que desarrolle una buena motricidad gruesa y fina.
Estas habilidades motoras le permitirán tomar conciencia de su propio cuerpo y del mundo que le rodea: realizar, coordinar y controlar sus movimientos corporales; ser autónomo a la hora de vestirse o asearse; explorar e interactuar con su entorno; regular sus emociones y llevar a cabo aprendizajes tan importantes como el de la lectoescritura y las matemáticas.
Todas estas habilidades dependerán de la motricidad gruesa.
El control del movimiento depende de la motricidad
Genéricamente, la motricidad es la capacidad de un cuerpo para generar movimiento y/o desplazarse.
Los seres humanos generamos y coordinamos los movimientos en una sincronía que involucra al sistema nervioso, los cinco sentidos y el aparato locomotor.
La motricidad nos permite el dominio de nuestro cuerpo más allá de ejecutar los movimientos, dotándolos de intención, espontaneidad y creatividad.
Es decir, la motricidad en los seres humanos no es solo la generación de movimiento, sino el control del mismo para que obedezca a un propósito.
En el ser humano, el movimiento comienza antes del nacimiento. Dentro del útero materno, a partir de la octava o novena semana, el feto ya empieza a moverse, aunque la mamá aún no lo note, y conforme va creciendo los movimientos son más precisos. Para ello, es necesaria una cierta coordinación entre la espina dorsal, la cabeza y los hombros del bebé.
Posteriormente, tras el nacimiento, el bebé realiza los denominados reflejos primitivos, patrones de movimientos involuntarios que suceden de modo automático y que anteceden al desarrollo de la motricidad, es decir, a la habilidad controlada del movimiento.
La motricidad, que no el movimiento, comienza cuando el bebé empieza a sostener la cabeza y sigue un orden, avanzando desde la cabeza hacia los pies y desde el centro del cuerpo hacia las extremidades, marcado por la maduración de su sistema nervioso.
¿Qué es la motricidad gruesa?
Como hemos definido antes, la motricidad gruesa es la capacidad de realizar movimientos globales, grandes y amplios, que requieren el uso de varios grupos musculares necesarios para ello. Un ejemplo son los cambios de posición del cuerpo, girar sobre sí mismo, sostener la cabeza, sentarse o gatear, entre otros.
La motricidad gruesa es la primera que se desarrolla y constituye la base del desarrollo motor.
Su correcto desarrollo es importante para lograr una buena coordinación, equilibrio y estabilidad en los movimientos, facilitando más adelante conseguir los avances propios de la motricidad fina y el aprendizaje de la lectoescritura.
Motricidad gruesa vs. motricidad fina: principales diferencias
La motricidad se divide en dos categorías: motricidad gruesa y motricidad fina.
Tal y como se ha explicado antes, ambos tipos de motricidad son esenciales para el desarrollo del niño, pero se distinguen por los grupos musculares que involucran y por el tipo de habilidades que permiten.
- Motricidad gruesa: Implica los grandes músculos del cuerpo y permite realizar movimientos amplios y globales. Sus habilidades están orientadas al desplazamiento y el control corporal, como caminar, saltar, correr o mantener el equilibrio.
- Motricidad fina: Involucra los pequeños músculos de las manos, los pies y la cara. Sus habilidades se relacionan con movimientos más precisos y delicados, como escribir, dibujar, recortar con tijeras, abotonarse la ropa o atarse los cordones de los zapatos.
Mientras que la motricidad gruesa proporciona la base de estabilidad y coordinación, la motricidad fina permite la manipulación precisa de objetos y la realización de tareas más detalladas.
Principios y etapas del desarrollo motor
El desarrollo motor de los niños se rige por dos principios psicofisiológicos.
- Principio céfalo-caudal: El desarrollo avanza desde la cabeza hacia los pies. Por eso, el bebé primero aprende a sostener la cabeza, luego a controlar el tronco para sentarse, y finalmente a caminar.
- Principio próximo-distal: El desarrollo se produce desde el eje central del cuerpo hacia las extremidades. El niño primero controla el movimiento de sus hombros y brazos antes de lograr un control preciso de sus manos y dedos.
Este proceso de maduración del sistema nervioso es lo que permite que las habilidades motoras se desarrollen de manera progresiva y secuencial.
Hitos motores por edades
El desarrollo motor es un proceso individual y cada niño avanza a su propio ritmo, no obstante existen determinados hitos que sirven como guía para evaluar si un niño está progresando adecuadamente.
De 0 a 2 años:
- 0-3 m: levanta y sostiene la cabeza cuando está boca abajo.
- 3-6 m: se voltea (boca arriba / boca abajo).
- 6-9 m: se sienta sin apoyo y empieza a reptar.
- 9-12 m: gatea y se pone de pie sujetándose.
- 12-18 m: da sus primeros pasos y camina con apoyo ligero.
- 18-24 m: corre con cautela y sube escalones uno a uno.
De 2 a 5 años:
- 3 a: pedalea un triciclo y salta con ambos pies juntos.
- 4 a: sube y baja escaleras alternando pies; lanza y atrapa una pelota grande.
- 5 a: salta la cuerda, mantiene el equilibrio en un pie durante 5 s y realiza carreras cortas.
De 6 a 12 años:
- 6-7 a: monta en bici sin ruedines y salta la cuerda de forma continua.
- 8-9 a: lanza y atrapa pelotas pequeñas con precisión y hace volteretas simples.
- 10-12 a: participa con destreza en deportes reglados (fútbol, natación, baloncesto) y domina cambios rápidos de dirección y velocidad.
Relación entre motricidad gruesa y aprendizaje
El desarrollo de las habilidades motoras, es decir, el correcto control del movimiento corporal, es clave para que el niño adquiera la lateralidad y el esquema corporal.
Estas habilidades son primordiales para el desarrollo de las funciones cognitivas, como son aprender y recordar información, resolver problemas, concentrarse y mantener la atención, entender el lenguaje o realizar cálculos, entre otras.
A través del proceso de control del movimiento, el niño adquiere experiencias sensoriales y táctiles, toma conciencia de su cuerpo e interactúa con el entorno en un continuo aprendizaje que va formando su personalidad y preparándole para un correcto aprendizaje.
Por medio de la motricidad, el niño se relaciona consigo mismo y con los demás, manifestando sus necesidades y emociones. Antes de adquirir el dominio del lenguaje, el niño se expresa a través del movimiento.
La lateralidad permite la correcta ubicación espacial y temporal
La lateralidad es un proceso a través del cual el niño definirá un uso preferente de un segmento de su cuerpo respecto al otro. Los especialistas definen cuatro etapas de prelateralidad que van de los 0 a los 4 años.
El correcto desarrollo de todas ellas logrará una buena coordinación y control corporal. Las etapas son las siguientes:
- De 0 a 6 meses. Monolaterización. No existe relación entre los dos lados del cuerpo. Actúa la motricidad refleja y se produce el reflejo tónico del cuello.
- De 6 meses al primer año. Duolaterización. Los dos hemicuerpos funcionan de forma simultánea y simétrica, aunque aun sin relación entre ambos.
- De 1 a 6-7 años. Contralaterización. El niño aprende las habilidades motrices y el equilibrio postural. Existe una simetría funcional exactamente igual en ambos hemicuerpos aunque se empiezan a producir preferencias aún no dominantes.
- De 6-7 años en adelante. Unilaterización. Un hemicuerpo domina y el otro apoya las acciones.
Durante el desarrollo de este proceso, el niño aprende a ubicar su cuerpo en el espacio y a orientarse respecto al entorno y al tiempo.
La lateralización se desarrolla conjuntamente con la interiorización verbal de los conceptos arriba/abajo, delante/atrás, derecha/izquierda, … Y es fundamental para el aprendizaje de la lectoescritura.
El esquema corporal es la representación que tiene el niño de sí mismo
Aprender a ubicarse en el espacio y el tiempo con respecto a uno mismo requiere que el niño adquiera conciencia de su propio esquema corporal, es decir, la representación mental que el niño tendrá de su cuerpo, las partes, los movimientos y las impresiones sensoriales.
Este proceso conlleva varias etapas:
- De 0 a 3 años. El niño va descubriendo su propio cuerpo. En esta etapa, se dan dos procesos significativos como son la marcha y el lenguaje.
- De 3 a 7 años. Se afina la percepción y se orienta el esquema corporal respecto al espacio y al tiempo. Al final de esta etapa, el niño puede dirigir su atención hacia la totalidad de su cuerpo o hacerlo de forma segmentada, y se define la lateralidad.
- De 7 a 12 años. El niño consigue la representación mental de su cuerpo en movimiento y del control sobre el mismo.
Un esquema corporal mal estructurado conlleva una incorrecta percepción de sí mismo con respecto al entorno y a la orientación. En consecuencia, también falla la coordinación y el control del movimiento, la motricidad. Todo ello, se traslada al plano afectivo cuando el niño se siente inseguro o falto de autoestima.
La orientación espacial y temporal requiere poder organizar las letras y los números, el sentido de lectura, el orden de las letras o la sucesión de los números.
Un correcto desarrollo de la psicomotricidad permite automatizar los aprendizajes y liberar al área del cerebro implicada para poder adquirir nuevos conocimientos.
Actividades y ejercicios para desarrollar la motricidad gruesa en niños
Realizar junto a tu hijo actividades y ejercicios para desarrollar la motricidad gruesa es una buena forma de jugar juntos y compartir momentos divertidos al tiempo que descubres sus progresos y le ayudas a fortalecer su musculatura y a adquirir las habilidades motrices.
Te explicamos alguna de estas actividades:
- Para los niños más pequeños, caminar con ayuda de un adulto.
- Con cojines puedes organizar una ruta de obstáculos que podéis realizar caminando o gateando según la edad del niño.
- Delante de un espejo, el niño intenta imitar los movimientos que tú realices.
- Coger pelotas o globos de diversos tamaños ayuda a trabajar la coordinación.
- Circuitos con diversos recorridos (túneles, cilindros, ruedas, piscinas de bolas, escaleras, rampas, pufs y colchonetas) como los de los parques infantiles.
Cómo puedo saber si mi hijo tiene problemas de motricidad gruesa
Es importante observar al niño para darnos cuenta cuanto antes de posibles dificultades de motricidad gruesa y poder resolverlo.
Signos que pueden indicar estas dificultades:
- Caídas y tropiezos frecuentes al caminar o correr.
- Movimientos rígidos o inseguros.
- Dificultad para mantenerse erguido al estar sentado.
- Baja resistencia a la actividad física.
- Necesidad de mayor esfuerzo para realizar tareas físicas sencillas.
- Desviarse del promedio de alcance de los distintos objetivos del desarrollo en cada edad.
- Dificultad para comprender instrucciones sencillas para participar en una actividad física.
- Requerir un mayor esfuerzo para realizar una tarea que otros niños de su misma edad.
- Coger y usar objetos de forma incorrecta.
- No recordar una habilidad adquirida anteriormente.
- Dificultades para reconocer las partes de su cuerpo.
Algunos de estos signos pueden indicar algún tipo de trastorno diagnosticable. Existen diferentes trastornos relacionados con la motricidad, bien desde el nacimiento o adquiridos posteriormente, que influyen en la forma en que el niño realiza los movimientos.
Si observas alguno o algunos de estos síntomas en tu hijo, es recomendable consultarlo con tu pediatra, quien te guiará sobre qué hacer y te indicará el profesional más adecuado si es preciso.
Conocer que es la motricidad gruesa y cómo desarrollarla, te permite ayudar a tu hijo a ejercitar su motricidad a través del juego, proponiéndole actividades que él vivirá de forma lúdica y mediante las que tú podrás ir observando si su maduración está evolucionando con normalidad.
Publicado originalmente el 26 de agosto de 2021, actualizado el 25 de septiembre de 2025
FAQs sobre motricidad gruesa
Las siete habilidades motrices básicas son caminar, correr, saltar, lanzar, atrapar, girar y trepar. Son habilidades claves para el desarrollo motor y se aprenden de forma natural en la infancia.
Algunos ejemplos de retrasos de la motricidad gruesa se observan cuando el niño no posee alguna habilidad que debería tener o no mueve el cuerpo como otros niños de su edad.
El desarrollo limitado de la motricidad gruesa puede afectar la realización de actividades cotidianas en diversas áreas a lo largo de la vida, tanto en la escuela como en el trabajo o en actividades sociales y de ocio.
Etapa vital
Referencias
- MedlinePlus Control de la motricidad fina Recuperado de https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/002364.htm
- Lateralidad «Si hay problemas de psicomotricidad, los hay de conciencia corporal» Recuperado de https://lateralidad.com/?s=esquema%20corporal
- Lateralidad La organización espacial y temporal en el aprendizaje de la lectoescritura.
- Itemlearning Procesos y programas de neuropsicología educativa Recuperado de https://itenlearning.com/docs/17198.pdf



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