Aunque es la parte preferida de las comidas de los niños (y de muchos adultos) no podemos olvidar que el postre supone un aporte de nutrientes y energía que se suma al resto de los platos. Por suerte la oferta es muy variada y hay para todos los gustos. Desde la fruta, la reina de los postres, hasta los postres lácteos como los yogures.
La
Asociación Española de Pediatría recomienda que los niños tomen varias raciones de
fruta fresca cada día, así que lo mejor que podemos hacer es acostumbrarlos desde pequeños a adquirir el hábito de tomar fruta de postre e invitarlos frecuentemente a descubrir los sabores y texturas de las variedades que nos ofrecen las diferentes épocas del año. Recuerda que toda la
vitamina C que necesitamos a diario
procede de la fruta y la verdura, así que se debe considerar como algo necesario. Actualmente se observa una creciente tendencia a elegir
fruta local y de temporada. Este tipo de
productos de proximidad, llamados también
Km 0 porque casi no precisan transporte, resultan muy interesantes porque se recolectan en su punto óptimo de maduración y resultan más sabrosos y nutritivos. Algunas familias tienen la costumbre de ofrecer fruta a los niños antes de comer, cuando el apetito les aprieta. Es una buena estrategia para que los que se resisten se la coman sin rechistar. Como alternativa,
el yogur es un alimento muy beneficioso porque además de aportar
calcio, contiene
bacterias beneficiosas que ayudan a mantener la
flora intestinal en forma. Es ideal como postre habitual para alternarlo con la fruta. Además de la fruta y los yogures, hay otro tipo de postres que suelen encantar a todos los niños y que ofrecidos con moderación también resultan muy nutritivos:
flanes, natillas, galletas, bizcochos, helados… Para introducir su aroma y sabor a los más pequeños, puedes utilizar las papillas
Blevit plus Duplo, las cuales cuentan con nuevas recetas elaboradas con deliciosos ingredientes y recetas tradicionales ¿Es bueno
castigar sin postre? Esta pregunta es muy habitual entre los padres y tiene una respuesta unánime por parte de los expertos: La comida no es una mercancía con la que tengamos que negociar y nunca tiene que convertirse en un premio o un castigo. Si castigamos sin postre, además de dejar al niño con hambre, le estaremos privando de su alimento. Y si le premiamos con un postre “dulce”, pensará que la fruta o los yogures son postres de segunda categoría. Lo mejor es que desde pequeños perciban que los alimentos son nuestra fuente de energía y sirven para mantenernos sanos y fuertes.