Ayúdale con el miedo a la oscuridad

  • 1 de Noviembre del 2019
  • 4 min de lectura

Muchos niños tienen miedo a la oscuridad, incluso puede que en tu infancia también te ocurriera a ti. A continuación, te hablamos sobre este temor, conocido como nictofobia, y te damos las claves para que puedas ayudar a tu pequeño a gestionarlo de la mejor manera posible. 

El miedo más frecuente

La fobia a la oscuridad, o nictofobia, es la más recurrente en la infancia y afecta entorno al 2 % de los niños españoles

Suele aparecer entre los 4 y los 6 años, y a minimizarse hasta que se va, hacia los 8-9.

Se hace más palpable en las horas próximas al momento de ir a la cama y está conectado directamente con la creencia de la existencia de un peligro o amenaza del que falta información por no poder usar el canal visual al no haber luz. 

En realidad, se trata de un temor bastante lógico y que puede ser explicado desde un punto de vista biológico y racional.

Así se manifiesta

Dependiendo del niño y de su edad, podrá expresar este miedo de diferentes maneras, pero las más frecuentes son: 

  • Anticipación. Es probable que piense en qué va a pasar cuando se apague la luz y adelante sucesos negativos como que aparezca un monstruo en la habitación. 
  • Respuestas fisiológicas. El niño puede mostrar temblores, sudoración y agitación. 
  • De desahogo. A través de llantos y gritos.
  • Búsqueda de alivio. Puede ser pidiendo dormir con un muñeco o pidiendo que la puerta o la ventana queden cerradas de cierta forma, por ejemplo. 

Factores que pueden iniciarlo o fomentarlo

Aunque se trata de una fobia muy generalizada, como hemos comentado anteriormente, hay ciertos factores que pueden ser detonante del miedo a la oscuridad.

Estos factores son los siguientes: 

  • Identificar la luz con seguridad. Si tu pequeño tiene una pesadilla, lo más lógico es que acudas a calmarle encendiendo la luz. De esta manera, puede que acabe relacionando el miedo que le provoca la pesadilla con la oscuridad, y la luz con la seguridad que transmite la madre/padre. 
  • Historias y películas. Si el niño ve películas o escucha relatos en los que haya algo que le asuste o inquiete, es muy probable que en la oscuridad salga a relucir este temor, ya que en la oscuridad puede sentirse más solo y sin control de la situación al no poder ver. 
  • Hechos negativos. Si en la familia se ha vivido algún acontecimiento negativo o peligroso, como una agresión, un robo o similar, puede que también por la noche afloren los miedos, cuando se encuentra más desprotegido.
  • Imaginación en ebullición. Los niños tienen mucha más imaginación y creatividad que los adultos, y puede que esta sea la razón por la que la nictofobia surja en la infancia. Ante esa sensación de vulnerabilidad que genera la oscuridad, son ellos los que desarrollan más miedos y generan más pensamientos de posibles peligros y amenazas.

Así puedes ayudarle

Si has detectado en tu hijo miedo a la oscuridad, hay algunas cosas que puedes hacer para intervenir y ayudarle para que cada vez lo gestione mejor: 

  • Habla con él y explícale lo que le sucede. Muestra comprensión y empatía, y pregúntale qué siente cuando se queda a oscuras. Cuando te hable de sus emociones, valídalas y muéstrale un apoyo incondicional. 
  • No minimices sus miedos. Bajo ningún concepto ridiculices o te rías de sus sentimientos. 
  • Muéstrale detalles divertidos. Si lo que más teme tu hijo es a los posibles monstruos que se esconden bajo la cama, explícale una historia sobre estos monstruos y cuéntale detalles divertidos sobre ellos, algo que les haga menos “malignos” como, por ejemplo, que llevan ropa grande y se tropiezan o que tienen voces agudas y graciosas. 
  • Háblale de referentes valientes. A través de los cuentos puedes hablarle de personajes que se enfrentan a sus miedos. También puedes contarle una historia en la que él sea el protagonista que vence a la oscuridad. 
  • Anímale y ayúdale a exponerse a la oscuridad. Esto debe hacerse de manera gradual. Tú conoces mejor que nadie a tu hijo y sabes cuándo es el momento de animarle a probar y reducir la intensidad de la luz al irte de la habitación. Lo mejor es que no le fuerces, sino que lo haga convencido. 
  • Refuerza cada avance. Por muy pequeño que sea, un avance siempre es positivo. Transmítele tu orgullo y anímale a seguir avanzando. 

Aunque miedo a la oscuridad es un miedo que se va aprendiendo a gestionar de manera natural con el tiempo, esperamos que este post te haya ayudado a arrojar luz a este miedo tan común, y a tener algunas ideas de cómo actuar si le ocurre a tu hijo. 

En los casos en los que este miedo interfiere y condiciona la vida del niño y la de su familia, o se alarga demasiado en el tiempo, llegando a edades más avanzadas, es posible plantearse pedir ayuda a un profesional de la psicología

Etapa vital

Referencias