La evolución del útero en el embarazo

  • 27 de Noviembre del 2015
  • 2 min de lectura

El útero es uno de los órganos del cuerpo de la mujer que más cambia a lo largo de los 9 meses de embarazo ya que tiene que adaptarse para acoger al bebé y permitirle crecer y desarrollarse

Cambios en la gestación

El útero está formado por un tejido muscular elástico, por eso puede dilatarse tanto para alojar al bebé y volver a su tamaño original en poco tiempo tras dar a luz.

A los 3 o 4 días de la fecundación el cigoto alcanza el útero y se implanta en el endometrio. A partir de ese momento comienzan los cambios en el útero para alojar al embrión.

El útero durante el embarazo crece cada día para adaptarse al tamaño del feto en desarrollo. La cavidad uterina aumentará su capacidad de 500 a 1.000 veces y llegará a pesar en torno a un kilo al final del embarazo.

  • A las 8 semanas mide como una naranja mediana.
  • En la semana 12 supera la pelvis y llega al abdomen. Es el momento en el que empieza a notarse.
  • En la semana 20 el vientre ya es prominente y alcanza la altura del ombligo.
  • En torno a la semana 37 comienza a descender, preparándose para el parto.

Asimismo, a las 4 o 5 semanas las vellosidades coriónicas, los vasos sanguíneos de la placenta en formación, penetran en el endometrio, dando comienzo al intercambio de nutrientes y oxígeno entre la madre y el bebé.

Los músculos del útero se redistribuyen concentrándose en la parte superior para poder empujar al feto hacia el cuello uterino en el momento del parto.

Por su parte, en el cuello del útero se produce una sustancia densa, el tapón mucoso, que funciona como una barrera que impide el paso de bacterias u otras sustancias nocivas hacia el interior del útero. El tapón mucoso suele desprenderse días antes del parto.

¿Cómo vuelve a su tamaño original?

En los primeros días tras el parto se produce lo que se conoce como entuertos, contracciones del útero que sirven para que vuelva a su lugar y tamaño anterior al embarazo.

Suelen durar unos 5 días y pueden ser dolorosos, aunque algunas mujeres ni los notan. Sirven también para reducir el sangrado genital cerrando las venas que nutrían a la placenta sin que se produzca una hemorragia.

En torno a un mes después el útero ya ha vuelto a su origen y las paredes vaginales se habrán recuperado totalmente de la dilatación del embarazo.

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