Obstrucción del conducto lagrimal

  • 4 de Enero del 2017
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Alrededor del 5% de niños presenta una obstrucción del conducto nasolagrimal. Se trata de una molestia que provoca que las lágrimas no sean bien drenadas en el ojo, y suele solucionarse de manera espontánea.

Las lágrimas cumplen la función de lubricación del sistema ocular. Se forman en una glándula situada en el párpado superior y salen al ojo a través de los puntos lagrimales. Después, las lágrimas son drenadas por el conducto lagrimal, que baja desde el ojo hacia la nariz y evita que los ojos queden llenos de lágrimas y el ojo llore continuamente.

Pero este conducto se puede obstruir y evitar que las lágrimas sean bien drenadas, quedando así acumuladas en el ojo. Esta obstrucción se puede producir por varias causas. Una de las más comunes es la presencia de una membrana que a menudo desparece tras el nacimiento. También puede deberse a la ausencia de puntos lagrimales, a que el sistema sea demasiado estrecho, a que el hueso nasal obstruya el conducto o a una infección.

El principal síntoma de la obstrucción lagrimal es la acumulación de lágrimas en el ojo. Además, la falta de drenaje de las lágrimas puede también provocar una secreción amarillo-verdosa o, en los casos más graves, una infección del sistema lagrimal.

Es especialmente común en los primeros días y semanas de un recién nacido; y en el 90% de los casos estas obstrucciones se resuelven de manera espontánea antes del primer año. En los casos en los que la obstrucción es persistente, puede ser tratada a través de masajes del conducto, antibióticos tópicos, o sondajes y dilataciones del conducto lagrimal.

 

Fuentes:

Etapa vital