Ser abuelo: ilusiones, beneficios y retos con la llegada de los nietos

  • 22 de Septiembre del 2021
  • 6 min de lectura

La llegada de los nietos constituye uno de los hitos más importantes en la trayectoria vital de muchas personas.

Un evento con características propias y novedosas respecto a otras etapas de la vida, que suele venir acompañado de una gran ilusión.

Para muchos, ser abuelo supone una de las mayores inyecciones de vitalidad que se pueden recibir durante la madurez y la vejez. Y es que la emoción y la alegría que acompañan la llegada de una nueva generación es capaz de rejuvenecernos.

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Ser abuelo y ser padre, ¿casi lo mismo?

Ser abuelo es muy diferente a ser padre.

Si desgranáramos la situación para quedarnos solo con lo más básico, podríamos llegar a pensar que son prácticamente «la misma cosa»: la crianza, la educación y el bienestar de un niño.

Pero hijos y nietos se perciben, se sienten y se viven de maneras muy distintas. Son roles y experiencias vitales diferentes.

Por lo general, los hijos son fruto de una decisión personal y con su llegada introducen cambios radicales en muchos aspectos y ámbitos de la vida de sus padres.

Economía, horarios, actividades cotidianas, tiempo de ocio, relación de pareja, necesidades familiares...

La llegada de los nietos, a diferencia de los hijos, no implica grandes cambios estructurales en nuestra vida. Nuestra casa, nuestras rutinas o nuestra economía no se modifican como con los hijos.

Además, los nietos suelen llegar en una etapa en la que disponemos de mucho más tiempo de ocio y flexibilidad para dedicarles atención.

Especialmente si ya estamos jubilados, ser abuelos nos permite invertir en los nietos una cantidad y una calidad de tiempo que con los hijos, por mucho que quisiéramos, tal vez no siempre fue posible.

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Poder desentendernos de muchas responsabilidades que teníamos con nuestros hijos (colegio, revisiones médicas, actividades extraescolares...), ya que no nos corresponden con los nietos, nos da una libertad de preocupaciones y un espacio muy valioso para dedicarle a la nueva generación de la familia.

La ilusión de ser abuelo

Que la llegada de los nietos no conlleve los mismos cambios, ni en naturaleza ni en grado, que los hijos, no significa que no pongan nuestra vida «patas arriba». 

Lo hacen, pero de una manera muy diferente y con carácter muy positivo. De hecho, ser abuelo nos llena de ilusión, emoción y alegría, mucha alegría.

Convertirse en abuelo también puede darles un poco de vértigo a algunas personas, por tomar consciencia del inminente paso de los años, por aceptar la madurez definitiva de los hijos o por el cambio de roles en la familia.

Pero ser abuelo nos permite ver con gran facilidad lo maravillosa que puede ser, también, esta etapa de la vida.

Es una evidencia clara de que ni la vida ni nuestro papel en la sociedad termina con la jubilación o al cumplir un determinado número de años.

Los nietos, sin tan siquiera imaginarlo, ponen de manifiesto nuestro valor y utilidad, no solo como miembros de nuestra familia, sino también de la sociedad en la que vivimos.

Por eso, ser abuelo es aceptar la edad, el paso del tiempo y la vejez asociada, pero con un prisma positivo y regado de ilusión.

La inyección de vitalidad que proporcionan los nietos

Además del enriquecimiento a nivel personal y de relaciones que suponen los nietos, compartir tiempo con ellos puede reportarnos grandes beneficios a nivel físico y cognitivo.

Los nietos «nos obligan» a movernos, a permanecer activos e incluso a ejercitarnos con más regularidad.

Pasear juntos, jugar y corretear, llevarlos al colegio, empujar una y otra vez el columpio en el parque... Sin darnos cuenta introducen en nuestro día a día actividades que nos ayudan a mejorar o a mantener una buena forma física.

También nos empujan a actualizarnos y esforzarnos por formar parte de su contexto, del mundo en el que ellos se están desarrollando.

Por ejemplo, en muchas ocasiones aprendemos a utilizar nuevos dispositivos y plataformas digitales por y gracias a los nietos.

Ya sea para poder ponerles sus dibujos animados favoritos cuando se quedan en casa o para comunicarnos con ellos por la vía con la que están familiarizados, los nietos suponen un gran incentivo para incorporar a nuestra vida cosas nuevas.

Ese esfuerzo y todo el aprendizaje que conlleva nos ayuda a ejercitar y mantener nuestras capacidades mentales en plena forma.

Los retos de ser abuelo y ayudar a los hijos

Ser abuelo nos proporciona múltiples beneficios, tanto a nivel emocional como físico y cognitivo.

Sin embargo, también puede acarrear muchos desafíos o ser un reto en sí mismo.

No todos envejecemos de la misma manera ni los nietos llegan siempre en el «momento óptimo». Las circunstancias tampoco son homogéneas, ni de un abuelo a otro ni en nuestra propia vida.

Nuestra condición física y emocional, la relación con los hijos, otras circunstancias de nuestra vida y el «tipo de abuelo» que se espera o necesita que seamos; son cosas que pueden dar lugar a diferentes retos y modular la experiencia de ser abuelo.

Frente a esto, es conveniente recordar que no es mejor abuelo el que más exhausto termina o el que más horas de su día dedica a sus nietos.

No se trata de renunciar a todo y tener disponibilidad absoluta para ayudar a los hijos, ni de ser siempre complacientes con los nietos, cueste lo que cueste.

Se trata de encontrar un equilibrio que nos permita disfrutar de los nietos de la manera y durante el tiempo que queramos, ayudar a los hijos en la medida que nos sea posible y preservar nuestra propia vida e independencia.

Hoy es más evidente que nunca la importancia de los abuelos, no solo en el desarrollo de los nietos, sino como facilitador de la vida de los hijos.

Para muchas parejas en las que ambos miembros trabajan, sin los abuelos sería prácticamente imposible conciliar su vida laboral y familiar.

Desde llevarlos y recogerlos del colegio, hasta dedicarle tantas horas como a una jornada laboral. 

En muchos casos, los abuelos son el pilar fundamental e indispensable que sostiene la estructura y el funcionamiento de las familias de sus hijos.

Por ello, a veces puede ser necesario poner límites. El cuidado de los nietos debe ser algo placentero, no una carga ni una tarea que acapare todos los aspectos de nuestra vida.

Ni todos los abuelos son iguales, ni todas las personas quieren vivir su vejez de la misma manera.

Por ello, a la hora de ayudar a los hijos con los nietos, no deberíamos dejar de lado nuestra propia vida. Hemos de tratar de estar ahí sin renunciar a nuestras aficiones, amistades, tiempo de descanso, sueños o intimidad.

También debemos conocer nuestros límites físicos y, aunque queramos dedicar todo nuestro tiempo a los nietos, saber hasta dónde podemos llegar.

Si tenemos que cuidar de los nietos a diario y esto nos hace acabar extenuados día tras día, tendremos que encontrar otra manera de ayudar a nuestros hijos o de disfrutar con nuestros nietos. Alcanzar un equilibrio para que no resulte agotador.

Como decíamos, los nietos son una demostración de lo mucho que nos queda por vivir. Un ejemplo de las experiencias maravillosas que nos aguardan en la vejez, pero, precisamente por esto, no deberíamos vernos obligados a renunciar a todo lo demás.

¿Qué significa para ti ser abuelo?¿Qué retos te ha supuesto? Esperamos que este artículo te haya resultado interesante.

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