Escarlatina en niños: todo lo que debes saber

  • 18 de Junio del 2025
  • 5 min de lectura

La escarlatina en niños evoca imágenes de una época pasada y, aunque no es muy frecuente, lo cierto es que aún se presentan casos aislados en la actualidad. 

Por ello, es importante saber que hoy en día contamos con fármacos eficaces, como los antibióticos y los antipiréticos, que permiten controlar esta enfermedad y aliviar los síntomas de manera efectiva.

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¿Qué es la escarlatina?

La escarlatina o fiebre escarlata es una infección en la garganta, una faringoamigdalitis aguda, asociada a un exantema o sarpullido en la piel

Está causada por una bacteria, el estreptococo hemolítico grupo A, muy frecuente. Una vez en la garganta, el estreptococo produce una toxina que se distribuye por el cuerpo y es la responsable de la fiebre y los sarpullidos.

Desde el contacto con el microbio hasta que aparecen los primeros síntomas acostumbra a pasar entre dos y cinco días, que es el período de incubación. El contagio de la escarlatina es más frecuente en invierno y primavera y afecta principalmente a los niños entre 2 y 8 años de edad.

¿Cuántos días dura la escarlatina en un niño?

La escarlatina en niños suele durar alrededor de una semana. La enfermedad se desarrolla en varias fases a partir del contagio:

  • Periodo de incubación. Dura entre 2 y 5 días en los que es asintomática.
  • Periodo de invasión. Aparece la fiebre, que suele durar entre 3 y 5 días. Posteriormente, de 12 a 48 horas después, aparece el sarpullido que dura de 3 a 7 días, aunque al desaparecer, es habitual que la piel se descame.
  • Periodo de declinación. Es el proceso de la descamación de la piel, que puede durar varias semanas.

¿Cuáles son los primeros síntomas de la escarlatina?

El primer síntoma de la escarlatina es la fiebre, normalmente elevada y de aparición repentina, junto al dolor de garganta por la inflamación de las amígdalas. 

Como hemos explicado, un día o dos más tarde aparece el sarpullido, en forma de granitos pequeños, rojizos y rasposos que, en ocasiones, producen picor. Se muestran primero en el cuello y la cara, extendiéndose después al abdomen y a las extremidades. 

Es muy típico de la escarlatina que la erupción no aparezca alrededor de la boca y esta zona quede pálida, mientras que en los pliegues de la piel (axilas, codos…) la erupción es más intensa. Conforme va curándose, la piel se descama, empezando también por la zona del cuello y siguiendo el mismo patrón que la aparición del sarpullido.

Además de la fiebre y el sarpullido, pueden aparecer estos otros síntomas:

  • Lengua de aspecto aframbuesado con pápulas rojizas sobre una base blanquecina.
  • Dolor de cabeza.
  • Escalofríos.
  • Falta de apetito.
  • Vómitos.

¿Cómo se contagia la escarlatina?

La fiebre escarlata se transmite a través del aire, mediante las gotitas de saliva que una persona enferma o un portador asintomático de la bacteria expulsa al estornudar o toser. 

Cabe decir que solo desarrollan la escarlatina quienes no la han pasado antes, por lo que es más habitual en niños. No obstante, existen tres tipos diferentes de toxinas que producen el sarpullido, por lo que es posible contagiarse de aquellas para las que el organismo aún no ha desarrollado anticuerpos.

De forma menos frecuente, puede producirse el contagio a través del contacto con objetos o superficies en los que se hayan depositado las gotitas de saliva como, por ejemplo, bolis, cucharas o cepillos de dientes. Dado que los pequeños se llevan los objetos a la boca, es más difícil prevenir el contagio de la escarlatina en niños. 

Tratamiento para la fiebre escarlata

La fiebre escarlata se trata con antibióticos, normalmente penicilina o amoxicilina, que deben tomarse durante 10 días para asegurar la erradicación de la bacteria.

En caso necesario, también se administran analgésicos y antitérmicos para el dolor y la fiebre, o antihistamínicos si se siente picor en la piel. 

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¿Qué hacer si un niño tiene escarlatina?

Ante la sospecha de que un niño tiene escarlatina, el primer paso es pedir visita con el pediatra para que confirme el diagnóstico y prescriba el tratamiento.

Tal como hemos indicado, en el caso de escarlatina en niños es muy importante cumplir el tratamiento completo, todos los días hasta el final, aunque parezca que ya mejora y que no es necesario.

El niño enfermo no debe asistir al colegio ni estar con otros niños, aunque haya empezado a tomar el antibiótico, pues durante las primeras 24 horas puede contagiar a otros niños o adultos.

Si bien es probable que le duela la garganta al tragar, hay que procurar que tome líquidos a menudo (leche, zumos, agua…) para mantenerse hidratado y ayudar a bajar la fiebre.

Para volver al colegio es necesario esperar a que desaparezca la fiebre y que hayan transcurrido como mínimo 24 horas desde que empezó a tomar el antibiótico, que será cuando ya no pueda contagiar a otras personas.

Normalmente, la escarlatina no es motivo de urgencia, pero en caso de que por algún motivo te genere duda o alarma, no dudes en acudir a urgencias.

Cómo prevenirla

Para prevenir el contagio de la escarlatina en niños, es recomendable seguir estos consejos:

  • Evitar el contacto con otros niños enfermos de fiebre escarlata.
  • Lavarse las manos frecuentemente, con agua y jabón durante, al menos, 20 segundos. Si en alguna ocasión no es posible, puede utilizarse un desinfectante a base de alcohol.
  • Enseñar a los niños a cubrirse la boca y la nariz al toser o estornudar.
  • Intentar que los niños no compartan alimentos o cubiertos para comer. Si el niño contrae la fiebre escarlata, procurar no compartir en casa utensilios, toallas, ropa de cama o efectos personales.
  • Es más higiénico utilizar pañuelos desechables de un solo uso para evitar que los gérmenes se depositen en los pañuelos o servilletas de ropa y propaguen el contagio.

 

Publicado originalmente el 2 de octubre de 2018, actualizado el 18 de junio de 2025

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FAQs sobre escarlatina en niños

La escarlatina solo se contrae una vez, pues el organismo desarrolla defensas contra la toxina que la ha producido. No obstante, como existen tres tipos diferentes de toxinas que producen el sarpullido, es posible contagiarse de aquellas para las que aún no se han desarrollado anticuerpos.

No existe vacuna contra la escarlatina. La mejor prevención es lavarse frecuentemente las manos, evitar el contacto con enfermos diagnosticados de fiebre escarlata y no compartir alimentos, ropa u objetos.

Aunque en el pasado la escarlatina era una enfermedad temida, en la actualidad, esta patología, diagnosticada y tratada debidamente, no deja ninguna secuela.

Si bien el grupo con mayor riesgo son los niños de 2 a 8 años, cualquier otro grupo de edad, incluidos los adultos, pueden contagiarse de la fiebre escarlata.

Normalmente, la escarlatina no es motivo de urgencia, pero en caso de que por algún motivo te genere duda o alarma, no dudes en acudir a urgencias.

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